viernes, 16 de marzo de 2018

Pensiones. La nueva estafa


Publicado en Levante de Castellón el 16 de marzo de 2018


La gran mentira de los últimos años, la que nos están inoculando desde el poder que lo controla todo, es que no va a haber dinero para pagar las pensiones, por culpa de empeñarnos vivir más de la cuenta, engrosando los tramos envejecidos de la pirámide de población.
                Expertos, tertulianos, economistas, debates organizados por medios de comunicación, thing tank, ministros (ellos y ellas), el Superman que responde al nombre de Albert Rivera (ahora líder del movimiento feminista), y un largo etcétera, están casi todos empeñados en convencernos que el sistema público de pensiones es inviable a medio y largo plazo.
                Pero la raíz del problema, de la que casi nadie habla, está en la ingente transferencia de fondos públicos que el actual capitalismo empobrecedor está realizando a fondos privados. Una descapitalización generalizada de los servicios públicos del Estado de la que  no es ajena el sistema público de pensiones, que nos está conduciendo a una deliberada crisis de la previsión social, que debe garantizar nuestras pensiones. De ahí la insistencia en que suscribamos planes privados de pensiones, que acaben vaciando al Estado como regulador de la economía y garante del bienestar social, que como todos ustedes saben, es el fin último de capitalismo liberal, venido arriba en los últimos años.
                Nos hablan de los altos costes que supone el pago de las pensiones por el envejecimiento de la población. Sin embargo, tratan de pasar de puntillas por la merma de los ingresos que está habiendo, como producto de las políticas laborales que se están implantando en el mercado de trabajo. Porque, realmente, el verdadero problema no es de gastos, sino de ingresos. El Estado tiene la obligación de asegurar pensiones dignas y para ello optimizar y poner en marcha los recursos necesarios que aseguren la solvencia del sistema público. Justo lo contrario que se viene haciendo, al penalizar a los pensionistas, con medidas que sólo tienen como objetivo reducir sus ingresos, ya sea desvinculándolas del IPC, precarizando los salarios o aplicando medidas tan absurdas como el criterio de sostenibilidad, que no es otra cosa que castigarnos por vivir más de lo que el capitalismo cree que deberíamos.
                Ya hemos hablado, en otro momento, de propuestas para aumentar los ingresos: salarios dignos, acabar con la precarización laboral, que las cotizaciones se correspondan a los ingresos de cada cual, que las empresas sin trabajadores, de millonarios beneficios, también coticen a la seguridad social…, en fin una etcétera largo. Pero me gustaría hoy hacer incidencia en un asunto del que casi  nadie habla y que está directamente  relacionado con el descenso de las cotizaciones a la Seguridad Social: la disminución de puestos de trabajo en todos los sectores productivos y de servicios como consecuencia de la mecanización, informatización, digitalización y robotización del  mundo laboral.
                Mientras el PIB en las últimas décadas ha aumentado exponencialmente, el empleo no se ha comportado de la misma manera, haciendo hoy que la plena ocupación sea una quimera, sino se modifican los criterios de reparto del trabajo actuales. Si en 1970, el PIB español era de 40.000 MM de dólares, en 2016 era de 1.2 billones de dólares. Como podemos ver, el crecimiento de la economía española ha sido considerable en estas décadas. Sin embargo, la ocupación no ha tenido su correspondencia en estos años, no llegando, ni siquiera, a duplicarse. En buena lid, tanto crecimiento habría tenido que absorber todo el empleo que se hubiese demando en España. ¿Qué ha pasado, entonces? Sin en 1970, hacían falta en un banco, por ejemplo, 1.000 trabajadores, hoy con 50 se apañan. Lo mismo pasa en la industria, en la agricultura, y en la gran mayoría de sectores productivos del país. Las máquinas, la informática, la robotización, la digitalización de la sociedad, han derivado en que hagan falta menos trabajadores/as para producir más y ganar mucho más.
                En el asunto de las pensiones, esto tiene unos efectos demoledores, teniendo en cuenta que el sistema de la Seguridad Social se sostiene por cotizaciones de trabajadores. Si hay menos trabajadores/as, hay menos cotizaciones, y es la pescadilla que se muerde la cola. De ahí que muchos, cada vez más, estén proponiendo un nuevo modelo de ingresos, capaz de garantizar a futuro unas pensiones dignas. Cabría preguntarse ¿cuántas cotizaciones se han dejado de cobrar por la sustitución de trabajadores/as por máquinas?
                 Los empresarios saben esto y los gobiernos también, pero no quieren ni oír hablar de ello. Vale que se estén ahorrando millones de puestos de trabajo (la robotización de la sociedad es un fenómeno imparable, que no vamos a discutir aquí), pero que también se embolsen la Seguridad Social, es un agujero insoportable para el sistema. Hacer que las máquinas coticen en función de los trabajadores/as que ahorran, no es un disparate, teniendo en cuenta que cada vez van a ocupar más puestos de trabajo. Es una manera de garantizar que el sistema sea sostenible y pagado por los grandes beneficiarios de un modelo de producción que generan ingentes beneficios económicos, a costa del empleo. En otro momento hablaremos del mercado laboral y cómo se tiene que repartir el trabajo.
                Dinero para las pensiones hay, es cuestión de distribuir la riqueza más equitativamente, y que cada uno asuma los costes que tiene que asumir. Otra cosa es que el nuevo/viejo capitalismo quiera acapararlo todo para él. Entonces, los planes de pensiones privados serán una opción de ahorro, para el que se lo pueda permitir, no una obligación para poder tener una pensión digna. Pero para eso tiene que haber gobiernos decididos en cambiar el modelo de financiación de la Seguridad Social, que garantice la sostenibilidad del sistema, con pensiones dignas. 

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