sábado, 3 de febrero de 2018

Crecemos en pobreza

                                                                       "Niño espulgándose" Murillo 
Publicado en Levante de Castellón el 2 de febrero de 2018

Los trabajadores de la hostelería de Castellón llevan sin convenio desde 2012. Opel amenaza con llevarse la producción del Opel Corsa de su factoría de Figueruelas a otro país, si los trabajadores no aceptan una reducción de sus condiciones laborales, entre ellas la salarial. Estos son dos ejemplos de la caída libre en la que se encuentran los derechos laborales de los trabajadores, por una legislación, que ya sin tapujos, apuesta por convertir a la clase trabajadora en servidumbre laboral de la empresa.
                El trabajo ya no es un medio de estabilidad personal, desde la que se puede planificar la vida sin grandes sobresaltos y, mucho menos, esa fuente de dignidad que los individuos sentían al considerarse útiles para la sociedad, siendo correspondidos con un salario digno que los alejaba de la pobreza. Hoy, más bien, nos encontramos en el escenario contrario: la precariedad del mundo laboral ha liquidado cualquier atisbo de estabilidad económica y lapidado la dignidad laboral, al convertir a los trabajadores en herramientas de usar y tirar, al servicio de una economía que sólo tiene como objetivo el enriquecimiento de desvergonzado de los que más tienen, incluidos los resortes del poder.
                Asistimos al ensalzamiento de la economía denominada macro, esa que el común de los mortales sólo alcanza a ver en los medios de comunicación, con grandes cifras de crecimiento y engolamiento en las voces de los dirigentes económicos, que sirven para disimular la otra realidad, la de millones de personas que malviven, privadas de bienes que son básicos para llevar una vida digna.  Cifras de reducción del desempleo, que se sostienen sobre la precariedad laboral, mientras la pobreza se extiende entre los que tiene un trabajo.  Parece que nadie se escandaliza porque el 25% de los trabajadores están en situación de pobreza.
Ya no garantiza el trabajo salir de la penuria económica, cuando se fuerza, desde la autoridad que dan unas leyes aprobadas para ello, a tener que renunciar a mejoras que se tenían, bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo o convertirse en saltimbanquis de contrato en contrato, muchos de ellos por horas, días o semanas, que sí, rebajan las cifras del paro, pero no sirven para salir de la pobreza laboral.
                 El medio más efectivo para que una persona tenga una vida digna alejada de la amenaza de la miseria, es el salario. Dad a la sociedad un salario decente y se enriquecerá; y sus habitantes se convertirán en seres dignos, capaces de mejorarla. Porque el mayor distribuidor de la riqueza que existe es el salario, por encima de los impuestos, la caridad y las buenas intenciones de todos aquellos que luchan por suavizar la pobreza. 
                Sin embargo, la actual clase dirigente mundial, que se reúne en Davos, en esa fiesta del capitalismo salvaje, que todos los años planifica la mejor manera, como si fuese un trampantojo, de seguir enriqueciéndose a costa de seguir empobreciéndonos. Diseñan un mundo a su medida, en el que la mayoría de la sociedad sólo va a tener el papel de servidumbre, y lo peor de todo, es que esa sociedad acepta ese papel de semiesclavitud que le otorga la oligarquía del mundo, ya camino de la plutocracia.
                Tienen un instrumento poderosísimo para ello: el miedo. La pobreza o su proximidad, produce miedo y atenaza las conciencias. Por eso nunca van a acabar con el paro, los contratos precarios, las amenazas de dumping laboral, la brecha salarial, la supresión de las condiciones de trabajo: horarios, jornadas, salud laboral, etc. Nada de lo que suponga que los trabajadores ganen relevancia y, por tanto, fuerza, van a consentir. Para ello ya se encargaron de enterrar a los sindicatos en el olvido de los trabajadores, haciéndoles ver que son una lacra para sus intereses laborales.

                Cuando dicen que no hay trabajo para todo el mundo, es mentira. No lo hay si se pretende acumular la riqueza en muy pocas manos. Igual que nos hacen creer que si no hubiera agricultura intensiva y transgénica controlada por media docena de multinacionales, el mundo se  moriría de hambre, cuando, hay cientos de miles, millones de hectáreas yermas en el mundo, que podría alimentar a la humanidad, sólo con cambiar el modelo productivo. Pero este es otro tema, aunque del mismo libro, que trata de construir una sociedad bipolar llena de privilegios para unos pocos y de carencias y pobreza para el resto. La ciencia ficción ya está aquí.

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