lunes, 30 de octubre de 2017

Palabras como torpedos

Publicado en Levante de Castellón el 27 de octubre de 2017

A colación del conflicto en Cataluña se están aireando palabras gruesas, en la mayoría de los casos sin sentido, que se utilizan como bala de plata contra el adversario político desde todos los frentes. Términos como: franquismo, golpe de Estado, adoctrinamiento, presos políticos, democracia, dictadura, Estado de derecho, etc., son el argumento más usado entre la clase política y mediática, con el único fin de cargarse de razones para descalificar las razones del otro, sin ser conscientes que este uso torcido de las palabras acaba descafeinándolas, quitándolas el valor lingüístico y social que tienen, lo que nos puede conducir a una devaluación de la historia, si tenemos en cuenta que en el lenguaje se construyen el edificio de nuestras ideas.  Analicemos algunas de ellas.
Franquismo: Esta palabra está en el centro del fuego de todos aquellos que son incapaces de argumentar políticamente sus posiciones. Es cierto que la democracia en España no ha sabido deshacerse de los cuarenta años de dictadura, y sigue teniendo muchos tics de aquel régimen. Sin embargo, estamos muy lejos de lo que fue el franquismo. El problema es que en España hemos perdido la memoria de tantas cosas, en unos casos deliberadamente y en otros por el silencio que desde el poder se ha impuesto como una losa, que ya no nos acordamos de lo que supuso el franquismo y el férreo control que se ejercía sobre nuestras vidas, apoyado en una represión brutal, que no nos permitía respirar en libertad.
Golpe de Estado: Todos los bandos hacen uso de esta expresión para acusar al contrario de sus actos. ¿Pero realmente saben lo que es y significa un golpe de Estado? Vulnerar la legalidad para amoldarla a los interés de quien comete este acto, no es un golpe de Estado (tendríamos un golpe de Estado casi semanal), porque éste, inevitablemente, necesita del uso de la fuerza ilegítima  para llevarse a cabo. Si se utiliza la expresión golpe de Estado con tanta ligereza, llegará un momento en que la sociedad no sabrá discernir el peligro que uno de verdad supone para la legalidad democrática y nuestras vidas.
Adoctrinamiento: En todos los sistemas políticos del mundo se adoctrina en la escuela.  Es una manera sencilla y efectiva de  asegurarse el futuro. No hay escuela libre de doctrinas. Pero hay que saber diferenciar entre unos y otros. Los que hemos vivido la escuela franquista sabemos muy bien de esto; de como desde el minuto uno de nuestra escolarización se nos empezaba a adoctrinar con El Parvulito, para seguir con la Formación del Espíritu Nacional. Es cierto que una democracia debería limitar el adoctrinamiento y sobre todo no retorcer la Historia a gusto de los gobernantes. En España, incluida Cataluña, no estamos libres de pecado de este mal, porque aquí es donde se está jugando que las élites sigan en la cúspide de la pirámide.
Presos políticos: Este es un tema caliente. Sólo voy a decir una cosa: un preso político está en la cárcel cuando se le juzga por sus ideas sin garantías procesales. Yo creo que en España ni se ha dado esta circunstancia ni se da. Otra cosa es que el sistema tenga recursos para encarcelar a quienes pueden ser molestos por asuntos distintos a sus intereses, y últimamente se hace con bastante ligereza. No los fueron los proetarras, ni los tuiteros encarcelados, ni los titiriteros. Por supuesto, no estoy de acuerdo con encarcelaciones que más bien parecen un montaje del sistema político tan conservador que hay en España, que está tirando por tierra la independencia de la justicia.
Democracia: Hay una vulneración fragante del concepto de democracia en España. Pero eso no significa que no estemos en una democracia, con sus limitaciones y fallos. Sin embargo todos los bandos en liza la utilizan para hacer ver que el otro no es demócrata. Y lo cierto es que visto lo visto, no parece que los nacionalismos de las dos orillas del Ebro estén dando una lección de democracia, a tenor de sus reiterados comportamientos, que poco tiene que ver con una actitud democrática y tolerante. Sólo una observación: en democracia el diálogo y el entendimiento son la espina dorsal de su razón de ser, y aquí de esto hay muy poco.      

Utilizar estas palabras, y otras tantas, fuera de su contexto nos hace ver la pobreza argumental que existe ahora mismo en la política española en todos los bandos en liza que están tratando de imponer sus ideas al resto, no de una manera democrática (no hay democracia sin riqueza argumental), sino como una apisonadora que trata de laminar las ideas de los otros. Y ese es uno de los graves problemas que tiene la sociedad española. 

miércoles, 25 de octubre de 2017

"La televisión de la discordia" Mi nueva novela



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viernes, 20 de octubre de 2017

Castellón, capital del microrrelato


Publicado en Levante de Castellón el 20 de octubre de 2017

La literatura está viviendo uno de los momentos más bajos de su historia. Las nuevas tecnologías nos han hecho cambiar la percepción de la cosas, convirtiendo nuestras vidas en un impulso de inmediatez, que ha  reducido la cultura a una brevedad insoportable, sometida al imperio de la imagen, sin soporte argumental que la sostenga, más allá de escuetos pies de página, tan ínfimos, que no interfieran en la contemplación visual.  
Vivimos una nueva época simbolista, como aquellos artistas del siglo XIX que, vehementemente, como se hacían las cosas en aquella centuria, defendían el arte por el arte, la literatura “como enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva”. Un arte, una literatura sin alma, que sólo pretendía el goce estético y mistérico de las cosas, como reacción al realismo y naturalismo predecesor del romanticismo. Algo parecido a lo que está sucediendo hoy, en una sociedad acrítica y benevolente con las injusticias y maldades que suceden a nuestro alrededor. No nos ha de extrañar, pues, que la literatura, que además de solazarnos con la belleza de las palabras, es fuente de conocimiento y alimento de los sentimientos, case mal en la sociedad de la imagen, como sublimación del acto cultural. 
Pero también la crisis de la literatura tiene que ver con la deficiente educación literaria que se da durante el proceso educativo. La enseñanza de las letras se reduce casi a un fenómeno anecdótico, muy encorsetado a clichés del pasado, sin provocar el más mínimo interés en los estudiantes por leer un libro. En muchos casos, las lecturas obligatorias que se mandan a los alumnos son tediosas, provocando en ellos el alejamiento de la lectura, un abismo que posiblemente se ensanche con el tiempo. Se trata que los chavales y chavalas lean los clásicos de la literatura y así llegar a lo más nuevo. Es como empezar un edificio por el tejado ¿No sería más gratificante que fuesen los propios alumnos quienes escogieran sus lecturas, para después, una vez que empieza a rondar el gusanillo de las letras y con la mano izquierda del docente ir conduciéndolos a los grandes clásicos?
Es desolador que todo esté encaminado a la vacuidad del conocimiento, sin dejar espacios para la reflexión y la crítica, o simplemente, para que nos detengamos frente a las páginas de un libro a pensar por un momento sobre lo que acabamos de leer. Queremos que todo nos lo den masticado, para así tener que hacer el mínimo esfuerzo intelectual.
Sin embargo, resulta gratificante ver cómo nuevas formas literarias se van abriendo camino en esta jungla vertiginosa de redes sociales, mensajes breves que son un torpedo contra la ortografía, imágenes, millones de imágenes que generamos a diario, sin más sentido que las vean otros. Porque la literatura no puede morir, y siempre encontrará un hueco por el que volver a salir a la superficie, como lo que está sucediendo con este nuevo subgénero de la narrativa, que está recuperando el goce de la lectura, acomodándose a los nuevos tiempos. Textos breves, intensos, que comprimen en un puñado de palabras un pensamiento, un sueño, una pasión o un deseo, con un derroche de imaginación capaz de alcanzar el centro de nuestros sentidos.
El microrrelato, esa narración breve que conecta con el vértigo que produce la velocidad de vivir que tenemos en la sociedad actual, es una píldora comprimida de literatura. Nos sumerge, en muy pocas frases, en ese mundo imaginario que nos brinda la arquitectura exacta de las palabras. Estamos ante un fenómeno literario de creación compleja, que conecta, sobre todo, con la juventud; que puede crear una nueva generación de lectores, abriéndoles la puerta de la novela, la poesía, el ensayo…. Porque un lector se hace leyendo y la literatura sólo tiene sentido si alguien acaba convirtiéndola en compañera de viaje.

Si el microrrelato está en auge como fenómeno literario, Castellón durante este otoño  se ha convertido en la capital literaria del país, gracias a una maravillosa exposición de microrrelatos, que la Asociación de Escritores de la Provincia de Castellón ha organizado, simultáneamente en el Museo de Bellas Artes y en el edificio del Menador del Ayuntamiento de Castellón.  Una exposición que muestra la obra de los mejores microrrelatistas del país, aquellos que se han denominado “Generación Blogger”, porque fue a través de sus blogs donde empezaron a crear este fenómeno de la literatura, que está devolviendo el gusto por leer a una sociedad que necesita reencontrarse a sí misma, y qué mejor que la literatura para ello.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...