lunes, 11 de septiembre de 2017

Anclados en el tiempo


Publicado en Levante de Castellón el 8 de septiembre de 2017
De vuelta del verano tengo la sensación de que el tiempo está detenido en este país llamado España. Todo sigue igual, como si una mano alienígena hubiese parado las agujas del reloj de la historia y viviéramos en un tempo suspendido, que ni avanza ni retrocede. Nada de lo que se cocía antes del verano se ha terminado de guisar. Incluso, el terrorífico atentado yihadista de Barcelona ha conseguido cambiar las cosas. Los ingenuos pensamos que la furgoneta asesina que sembró de horror y dolor las Ramblas podía ser un punto de inflexión en algunas posiciones enclaustradas en la sinrazón de quienes se creen en posesión de la verdad universal.
                Pero no ha sido así, y sin el más mínimo respeto hacia las víctimas y la sociedad española en estado de shock, desde el minuto uno ha habido una pelea soterrada entre nacionalistas de las dos orillas del Ebro, por mostrar quién había metido la pata y quién se apuntaba la medalla de resolver el caso. Cuando la única conclusión es que si no existiera ese enfrentamiento cainita entre unos y otros, quizá, digo sólo quizá, se podría haber evitado el funesto atentado, a tenor de lo que hemos ido sabiendo por los medios de comunicación no afectos al poder.
                Es una pena que estemos ante una clase política incapaz de resolver un asunto tan grave como éste. Pero más pena es que la desigualdad y la pobreza se hayan instalado en el país para quedarse. Aunque en este asunto sí que hay movimiento: la pobreza se va extendiendo como una mancha oscura de aceite, alcanzando a la clase media y trabajadora. Ya no sirve tener un trabajo para progresar en la vida. El sueño del capitalismo de una mano de obra barata y esclava se está cumpliendo en España, gracias a los gobiernos de Mariano Rajoy que, por otro lado, está encantado de conocerse, con sus grandes cifras macroeconómicas, que no son más que un maquillaje de la realidad. Una realidad de miles de parados de larga duración, que a duras penas subsisten; de enormes capas de la población excluidas del sistema; de trabajos precarizados por la necesidad de tener algún ingreso; de pluriempleos que ayuden a llegar a fin de mes; de jubilados que ven como su pensión se reduce cada vez más. El gobierno ha conseguido que volvamos a la época de Franco, con todas las sombras que esta tenía y ninguna luz de las que tímidamente se fueron encendiendo. Por favor, ahora más que  nunca hacen falta unos sindicatos de trabajares potentes.
                A pesar de ello, la señora ministra de Sanidad y Consumo Dolors Montserrat está indignada con los pensionistas que llevan una vida regalada: Ya está bien de esta vida regalada de la que disfrutan los pensionistas, que a partir de ahora se van a tener que rascar el bolsillo esos avariciosos acaparadores monetarios que llegan a cobrar hasta 18.000 euros al año. Se siente ofendida la señora ministra de que haya pensionistas que ganen tanto dinero. O la ministra de Trabajo, que dice que en España no ha trabajadores precarizados y que el empleo que crea el gobierno de Rajoy es de calidad: El empleo que llega es de mayor calidad que el que se fue”. Aviso para navegantes de las dos ministras, de que el gobierno piensa retorcer una poco más el cuello a trabajadores y pensionistas en los próximos tiempos. La insaciabilidad de estos edecanes del capitalismo salvaje no tiene límites
                En el resto nada ha cambiado: la corrupción sigue por sus fueros y aquí nadie paga por ello; el gobierno sigue toreando al Congreso, ninguneándolo y haciendo de su capa un sayo; la sanidad con largas listas de espera; la educación pública perdiendo calidad por la falta de recursos, que van a para a la concertada, sobre toda si es religiosa; y el verano que se va con todos mucho más estresados por la masificación turística que se está convirtiendo en la nueva burbuja económica del país (veremos cuánto nos cuesta al final), para solaz de grandes empresarios y ministro de Hacienda.

                Este país llamado España, parece que tenga una maldición divina, que nos hace repetir los  mismos errores a lo largo de la historia, anclándonos en el tiempo. 

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