domingo, 30 de julio de 2017

Diario esférico. Cataluña y el referéndum

Me importa que Cataluña se independice, porque me produciría una gran tristeza. Quizá porque pertenezco a una generación que recitó muchas veces el poema "Vientos de Pueblo" de Miguel Hernández, y su dibujo de un pueblo español bravo y diverso, en donde todos tenemos nuestro sitio. Por eso me importa que Cataluña siga perteneciendo a ese pueblo que dibujó el poeta.
Sin embargo, en este país, heredero de los Decretos de Nueva Planta de Felipe V, seguimos entendiendo el asunto territorial, como una “unidad de destino en lo universal”, que tanto le gustaba al franquismo proclamar. Un clase gobernante que fundamenta su poder en la cantidad de territorio que gobierna, que no ha superado mentalmente la época colonial, cuando los estados versus monarquías europeas se pensaban grandes cuanto más territorio tuvieran.
Es el nacionalismo el que heredó ese espíritu de grandeza territorial, pero ahora definida por los intereses económicos de las élites de cada nación. El nacionalismo, tan perniciosos para los pueblos, responsable de las brutales guerras habidas desde finales del siglo XIX.
Ese mismo nacionalismo que ahora se enfrenta en España: el catalán y el español, como una guerra de gallos que trata de ocupar su espacio en el corral, es el que nos está conduciendo a esta situación de disparate político e institucional, de final imprevisible. Pero a la vez, tan socorrido para tapar las vergüenzas políticas de muchos, que como una cortina de humo trata de ocultar la verdadera realidad de desigualdad y empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras, que vive el país en su conjunto.
Volviendo al principio. Me gustaría que el problema de Cataluña se resolviera por otras vías, con más sentido común, y menos intereses creados por ambas partes. Pero, si la cerrilidad de las élites gobernantes en Cataluña y en España no da para más, no veo por qué se pone tanto énfasis en impedir que decidan los propios catalanes en las urnas, que es como se hace en democracia; o se haga del referéndum el Santo Grial que va a convertir Cataluña en la nueva Shangri-La del planeta. A fin de cuentas, independiente o no, sospecho, que van a seguir gobernando los mismos que han conducido a Cataluña a este caos social, económico y político que viven, por lo que lo problemas de los catalanes seguirán siendo los mismos
Quizá no se trate de nada de eso, y sólo se pretende seguir mareando la perdiz el independentismo, para que ni catalanes ni ningún español de cualquier otro territorio, nos demos cuenta de la incapacidad de los gobernantes, tan patriotas ellos, de gobernar para el pueblo y sus necesidades.
En definitiva, que voten los catalanes con nuestro respeto y los brazos abiertos, decidan lo que decidan. Aún a riesgo de que a quienes nos gustaría que siguieran siendo también, españoles, nos entristezcamos.   


martes, 11 de julio de 2017

"Tres minutos de color" Novela de Pere Cervantes

               
La novela negra está viviendo en España una de sus etapas más álgidas de su historia. Género que siempre ha estado vivo, gracias a escritores míticos que nos regalaron a los amantes de la intriga momentos de sumo placer. Cierto que hoy no tenemos al gran Vázquez Montalbán, maestro de maestros en el género, pero esta carencia viene suplida por la gran cantidad  de escritores que parcial o íntegramente se dedican a escribir historia policiacas o detectivescas, sumergidas en un  mundo sórdido y sólo apto para hombres duros y mujeres fatales –se echa de menos una novela de mujeres duras y hombres fatales-.
                Lo  bueno de la proliferación de novelas del género es que, entre el río revuelto de publicaciones, que en general tiene un tono bastante aceptable, aparece alguna que sobresale y nos deja un buenísimo sabor de boca. Es el caso de “Tres minutos de color” (Alrevés 2017) del escritor castellonense Pere Cervantes (la nómina de escritores de Castellón sigue engrosándose felizmente), una novela deslumbrante que juega con la intriga policial en la búsqueda de un desparecido y la muerte, pero no la muerte prosaica que tiene detrás un crimen, una enfermedad o un accidente, aquí se va un paso más allá, y Pere Cervantes nos sumerge en el enigmático mundo de las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte), dando a la novela un barniz de misterio que trasciende a la vida alcanzando el más allá.

                Pero no nos confundamos; no se trata de un panfleto sobre este tipo de experiencias que algunas personas dicen haber vivido tras una muerte clínica transitoria. En “Tres minutos de color” sólo importa una cosa: la angustia del detective Coque Brox por sobrevivir a sí mismo y a la mediocridad que le rodea, marcado por varios acontecimientos personales que le hacen transitar por la vida como un diletante,  sólo activado por la búsqueda de su compañero de trabajo, desaparecido en extrañas circunstancias. Todo lo demás, son recursos literarios que colaboran a construir una gran novela, por no decir deslumbrante.

lunes, 10 de julio de 2017

Empapados de machismo

Publicado en Levante de Castellón el 6 de julio de 2017
Pasados los fastos planetarios del “orgullo gay” volvemos a la cruda realidad.  No es que yo tenga nada en contra de la gran fiesta reivindicativa de derechos civiles que supone el world pride, que tiene como epicentro mundial Madrid, al contrario, me parece maravilloso que se luche por lo que sea festivamente, siempre que el colorido de los farolillos no acabe tapando el fondo de la cuestión. Pero, apagadas las cámaras y restablecido el tráfico de la ciudad, la realidad se impone y la discriminación machista sigue campeando por este país como Pedro por su casa. Eso, por no hablar de la violencia que el machismo despliega sobre lgtb’s, mujeres y todo aquel que la sociedad considere débil,  trufada de agujeros del sistema por los que respira.
                La desigualdad debería ser una vergüenza en la sociedad moderna del siglo XXI, y sin embargo la aceptamos como si fuera una compañera de viaje fea, feísima, a la que estamos acostumbrados a ver. Sobre todo la desigualdad de género, por suponer, muchas veces, una doble o triple discriminación, tan latente en  nuestra sociedad que no somos conscientes de la injusticia que representa para más la mitad de la humanidad.
                Hablemos de  la situación de la desigualdad entre géneros, que no sólo no mejora, sino que en las nuevas generaciones hay un rebrote de tufillo machista, que no únicamente se manifiesta en el control que los muchachitos machitos quieren ejercer sobre sus novias o amadas. No se cuestionan que sigan existiendo discriminaciones hacia las mujeres, muy similares a las que había en la generación de sus padres, a pesar de que en muchos aspectos se ha avanzado legalmente. Y ese es el quid de la cuestión: que se avanza en leyes, pero la mentalidad de la sociedad sigue estancada, desvirtuando el esfuerzo que desde el feminismo se viene haciendo por la equiparación de derechos y oportunidades reales.
                Fijémonos: Las mujeres no sólo cobran menos que los hombres, que ya de por sí debería sonrojarnos a los hombres y a quienes del sexo opuesto justifican esta discriminación, es que en muchas actividades, además, tiene que estar buenas, muy buenas, macizas, para que simplemente encuentren un trabajo o para tener un salario más alto con sus compañeras menos agraciadas. Algo que incluso se ve con cierta condescendencia desde la sociedad –en determinadas actividades económicas el trabajo cara al público sólo lo ejercen mujeres jóvenes y guapas-, sin llegar a cuestionarse que el machismo no sólo reside en los comportamientos violentos, sino que se esconde en otros muchos que vemos con buenos ojos.
                A la lucha que vienen haciendo las organizaciones feministas y los sindicatos contra esa discriminación salarial, que está patente en todos los niveles sociales -hay tenemos la denuncia que muchas actrices están haciendo sobre la gran diferencia salarial entre ellas y sus compañeros, a pesar de tener papeles protagonistas iguales- ahora se empieza a revelar el gran machismo que existe en el deporte. Niñas, que no pueden salir ni siquiera a recoger el trofeo que ha ganado el equipo en el que juegan, por la única razón de ser  niñas. Chicas florero en el tenis, el motociclismo, el automovilismo el ciclismo, etc., etc., etc. Surfistas, tenistas…, campeonas, número uno en los rankings, ven como sus ingresos se ven superados por otras que tiene un físico del agrado de la industria, que están mucho más abajo en la lista que ellas.
                Cosificación de la mujer: “una mujer despedida por negarse a llevar sujetador”, “tres mujeres despedidas de una gasolinera por negarse a llevar minifalda”…,  que ve cómo su vida profesional empieza a estar directamente relacionada con su cuerpo, y las exigencias de una industria cada vez más ávida de ingresos, aunque estos sean alimentando el machismo latente en los poros de nuestra sociedad. 

La pregunta: ¿Es posible que no haya violencia machista en una sociedad que acepta el papel subsidiario y al servicio de los gustos masculinos de la mujer? 

martes, 4 de julio de 2017

La gran desmemoria

                                           Imagen: Autor desconocido

Publicado en Levante de Castellón el 30 de junio de 2017
Le tomo prestado a Pilar Urbano el título de su libro “La gran desmemoria” (Planeta 2017), no para escribir sobre las cañerías de la Transición, desde los personajes de Adolfo Suárez y Juan Carlos I, que ella ya reconstruye de manera magistral, sino para sacar a la luz el gran problema de amnesia que tienen algunos dirigentes políticos españoles, sobre todo aquellos que están afectados, por activa y por pasiva, en casos de corrupción. Una plaga de alzhéimer que se manifiesta en cuanto los susodichos se sientan en el banquillo de los varios juzgados que están tratando de resolver ese rompecabezas en que se está convirtiendo la corrupción. Se lo han llevado crudo, pero nadie se acuerda de nada.
                Hemos pasado de la imagen de esposa boba, que nunca ha sabido por qué vivía como una maharaní –eso era cosa de su marido-, a la del político abnegado en su amor por España, que nunca ha recibo sobres ni maletines ni fajos de billetes escondidos en botellas de Moët & Chandon, y si así ha sido no lo recuerda, enfermo de una desmemoria que esconde una sonrisa sardónica que dice mucho de la consideración que nos tienen al resto de los mortales.
                 La última viene por el desfile de altos argos del PP por la Audiencia Nacional en la época gloriosa de Aznar, como testigos ciegos y sordos de los años en que la corrupción era una manera más de gobernar las instituciones. Qué la cúpula dirigente de un Partido esté pasando por el tribunal, aunque sea como testigos, dice mucho de que calaña de personajes han estado dirigiendo el país en sus diferentes niveles territoriales, pero que se hagan el orejas, apareciendo como lerdos que no se enteraban de nada de lo que ocurría a su alrededor, nos hace pensar que hemos estado gobernados por unos getas abonados al sobre que nadie sabe por dónde llegaba, o que el grado de imbecilidad era supino entre determinados dirigentes políticos.
                A PAC  nunca le llamaron en relación con adjudicaciones; a lo mejor el que llamaba era él. A JA, no le cabe en la cabeza que el PP tenga dinero en Suiza; no sabemos si le cabrá en el bolsillo los supuestos sobres que supuestamente recibió. AC nunca recibió sobresueldos de los papeles de Bárcenas; si hubiera sido así los habría declarado. A RR las anotaciones de los “Papeles de Bárcenas” no son cantidades que él haya recibido; claro, ya las recibía por otros lados. A JMO no le consta que le hayan pagado 93.000 € bajo cuerda. Y de Oca a Oca y tiro porque me toca.

                Nadie sabe nada. Nadie es consciente. Que en los Papeles de Bárcenas aparecen siglas que corresponden con nombres de importantes dirigentes del Partido Popular, debe de ser una casualidad o que el portero, el chofer, o el de la tienda de embutidos tienen nombres parecidos; que les pregunten a ellos. No deben andar desencaminados después de enterarnos que el millón de euros aparecido en el maletero del armario de los suegros de Granados eran del repartidor de IKEA. Así es la vida, llena de extrañas coincidencias y de grandes desmemorias que le hacen a uno olvidarse hasta de su nombre.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...