No voy a entrar en la trayectoria política de Rita
Barberá, ni en sus cuitas con la justicia; de eso no es ahora el momento de
hablar. Tiempo habrá. Hoy es el día de las condolecías a familiares, amigos y
compañeros, y las muestras de pesar por la muerte de una persona pública con
sólo 68 años. Nadie debe morirse tan joven.
Pero no me gustan los minutos de silencio impostados.
Los que se hacen para quedar bien ante la galería, o para tapar miserias
propias y ajenas. Y sobre todo, cuando están fuera de lugar. Por eso no
entiendo el minuto de silencio de hoy en el Congreso de los Diputados.
Puedo entenderlo en el Senado, Rita Barberá era senadora, y que sus compañeros
institucionales le rindan un pequeño homenaje por su inesperada muerte, es
comprensible. Que el Ayuntamiento de Valencia dicte tres días de luto, lo veo
razonable por tratarse de una exalcaldesa, que recientemente abandonó el cargo
después de veinticuatro años. ¿Pero que guarde un minuto de silencio el
Congreso? ¿Cuál es el motivo para tamaño honor?
Hace dos años y medio murió Iñaki Azkuna, alcalde de
Bilbao, a quien la City Maiors Foundation nombró en 2012 Mejor Alcalde del
Mundo. Un dato objetivo que colocaba a exalcalde Azkuna en un pedestal del buen
gobierno municipal y la honestidad. ¿Hizo un minuto de silencio el Congreso de
los Diputados? Que yo sepa no. ¿Significa que a partir de hoy, cada vez que un
alcalde o alcaldesa fallezca, el congreso va a hacer un minuto de silencio? Me
van a perdonar sus señorías, pero creo que hoy han metido la pata; cada uno
tendrá sus razones, pero la han medito. Y en vez de reconocer su error,
respetando a quienes no les han seguido en su despropósito institucional, se
han lanzado como hienas a descarnar al enemigo. Me llama la atención las
declaraciones de algunos diputados de los autodenominados “partidos
constitucionalistas”, despellejando al único grupo parlamentario que ha sabido
guardar las formas institucionales.
No se han equivocado ellos, señores, sino todos
ustedes. Sin embargo, no han tardado en lanzarse a una carrera de desprestigio
tan sucia como fea, con el único fin de tapar sus vergüenzas, mejor dicho
equivocaciones. Lo expresa muy claro el refranero español: “Ver la paja en el
ojo ajeno y no la viga en el propio”. Pero ustedes errequerre: que si es una
falta de respeto, que si la cortesía parlamentaria, etc. ¿Alguno de
ustedes nos puede explicar cuáles son las razones para ese minuto de silencio?
¿Por qué tratan de esconder la verdad, haciéndonos creer que un minuto de
silencio no es un homenaje? ¿Entonces qué es? Ustedes lo saben perfectamente y
ahora tratan de escribir un relato del acontecimiento, torticero, por no decir
otra cosa, que enmascare su decisión de esta mañana.
Minutos de silencio, que cada uno los haga cuando
quiera. Pero que no arrastre a las instituciones a un esperpento como el de
esta mañana, que sólo han tenido como objetivo lavar la imagen pública de quien
la tiene sucia por sus actuaciones, y si no, a las declaraciones de destacados
miembros del Partido Popular y del gobierno me remito; los mismos que hace unos
días la han tratado como a una apestada. La política es así.
Que descanse en paz Rita Barberá y sus homenajeadores
de última hora dejen de montar numeritos innecesarios, que ponen en ridículo a
las instituciones con tanta impostura.
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