Foto: Autor desconocido
A Felipe González y Juan Luis
Cebrián no les han dejado hablar en la Universidad Autónoma de Madrid un grupo
de iracundos estudiantes. Asunto reprobable, que la palabra, aunque no nos
guste como suena, se vea coartada por la fuerza. Eso es todo menos democracia,
y se parece más a las comportamientos de los jóvenes Camisas Pardas
hitlerianas, cuando aterrorizaban Berlín boicoteando violentamente cualquier acto
que no entrara dentro de su ideario político. Por tanto, queda dicho que la
democracia no se debe rendir a estos comportamientos, vengan de la ideología,
que vengan.
Dicho esto, me gustaría hacer
algunas apreciaciones. En todos los países democráticos del mundo, los jóvenes siempre
han tenido salidas de tono políticas y España no es una excepción. Llevan
produciéndose desde que tenemos democracia, el propio Felipe González ya tuvo
un incidente parecido hace más de veinte años, en la misma Universidad y José María
Aznar ha sufrido varios, y no son los únicos. Y eso es bueno, porque nos hace
ver que el mecanismo no se ha detenido por defecto de alguna pieza, y la
energía de la juventud funciona y asegura el recambio de las generaciones
anteriores. Luego, entonces, que la juventud proteste airadamente contra algo o
contra alguien, no debería ser motivo de tirarse de los pelos, sino más bien de
pedagogía democrática para que esos grupos queden aislados, y en su
aislamiento, desinflados. El error es darle mucho bombo mediático, porque es
como si echáramos madera a un fuego pequeño, con el único fin de convertirlo en
incendio.
Dicen que hay una falta de respeto
hacia la libertad de expresión, los mismos que aplaudieron al gobierno cuando prohibió
que las protestas por tanto recorte y desmantelamiento del estado de bienestar
llegaran al Congreso, vallándolo y reprimiendo con dureza a los manifestantes. O
los que pusieron el grito en el cielo por el guiñol: La Bruja y don Cristóbal”,
que acabó con el encarcelamiento de los titiriteros por enaltecimiento del
terrorismo. Parece que en España hay dos varas de medir la libertad de
expresión; una blindada para que las élites dirigentes digan lo que quieran, y
otra con la espada de Damocles de la Ley Mordaza, que sólo tiene como fin
impedir la libertad de expresión que no le gusta al poder, para el resto de los
mortales.
Claro que todo tiene un
trasfondo. En el caso de los titiriteros, meterle el dedo en el ojo a Manuela
Carmena y al Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Podemos, y en el caso de la
Ley Mordaza impedir que la ciudadanía proteste contra las políticas regresivas
en derechos y bienestar del gobierno.
Pero ¿Por qué tanta relevancia
mediática ahora, si no es la primera vez
que sucede? Quizá, porque Felipe González es un adalid de la abstención del
PSOE para que gobierne Mariano Rajoy, y uno de los instigadores contra
cualquiera que se salga de los límites que la democracia neoliberal tiene
impuesto, por su propia supervivencia. Además, resulta curioso que sea el grupo
PRISA, presidido por Juan Luis Cebrián, el otro afrentado en la Autónoma de
Madrid, quién esté dando más bombo al incidente. Otra vez Cebrián, igual que
hizo cuando se descubrió su vinculación con los Papeles de Panamá y todo lo que
salió después, avalado por su amigo Felipe González.
Que el grupo mediático de Cebrián
trate de darnos lecciones de democracia y libertad de expresión, es de risa,
por no llorar. No sé si ustedes se darán cuenta, que este Juan Luis Cebrián es
quien dio instrucciones para echar al director de eldiario.com, Ignacio Escolar,
como tertuliano de la Cadena Ser, porque
no le gustaban las informaciones sobre sus tejemanejes financieros opacos que
daba ese diario, y prohibió a los periodistas de PRISA acudir a programas de La
Sexta. La libertad de expresión para Juan Luis Cebrián reside en que él haga lo
que quiera y nadie se lo critique, porque si no puede acabar despedido como
Fernando Berlín como colaborador de la Cadena Ser.
Pero el incidente de la Autónoma
da más juego, sobre todo a los carroñeros de la política que acuden a mordisquear
cualquier cosa a ver si sacan tajada. Por decencia no voy no mencionar a estos.
Pero sí a los que tratan de aprovecharse para disimular sus vergüenzas, como lo
están haciendo algunos dirigente de la Gestora del PSOE, que no han dudado en
salir acusando a Podemos como instigadora de los mismos. Así el portavoz de la
Gestora, mano derecha de Susana Díaz, no tiene empacho en decir que el responsable
de todo esto es Pablo Iglesias. ¿Qué
pretende este señor y otros con esto? Están tirando de argumentario para diluir
ante la opinión pública que va a ser los responsables de que Mariano Rajoy siga
siendo presidente del gobierno. Lisa y llanamente, tratan de levantar una
cortina de humo sobre su abstención.
Como ven, la libertad de
expresión está en peligro en España, dependiendo de quién quiera utilizarla.
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