miércoles, 26 de octubre de 2016

Entrevista a Sergi González (Cineasta)

                

Cuando uno habla con Sergi González tiene la sensación de estar haciéndolo con un hombre de la cultura, pero no de los que entienden esta para redimir a la humanidad de sus desatinos, sino de quien la entiende como la mayor expresión de civilidad que hemos construido los humanos para comunicarnos. Se inicia como gestor cultural en un grupo de teatro de Vila-real, para más tarde convertirse en programador cultural del Auditorio Municipal de esta localidad. Pero será con el teatro cuando se sumerja en el mundo dela creación y al dirección, con la creación de la compañía Teatro de la Saca, y el estreno de su primera obra teatral “Fhürer”, con la que estuvo de gira por España y el mundo durante cuatro años. Sin embargo será con su salto al cine cuando desarrolle toda su capacidad como creador, convirtiéndose en uno de los principales directores de cortos de este país, cuatro veces premiado con un “Roel” en la Semana de Cine de Medina del Campo, uno de los más importantes de España, entro otros galardones y menciones recogidos estos años. Actualmente, desde ha ya cuatro años, dirige el Festival Cortometrando que se realiza bajo los auspicios de la Diputación de Castellón.
               
1.- Desde hace más de una década eres un dinámico emprendedor cultural en diferentes ámbitos, sobre todo en el teatro y el cine. ¿En estos años, cómo y en qué ha cambiado la vida cultural en España?
Cuando yo empecé a trabajar en el mundo del teatro todo era más fácil porque los ayuntamientos disponían de más presupuesto para las programaciones. La crisis todavía no había llegado, se tenía más dinero y todo era más fácil. Imagino que esto se puede extrapolar a todos los sectores, pero había más alegría y, la gente tenía más ganas de ir a sitios.
Por ejemplo, “Führer”, el espectáculo que escribí para Teatro de la Saca, recorrió distintos países con un elenco de 16 personas de gira, un caché que, a día de hoy, es casi inimaginable.
Quizá esa sea la principal diferencia.
También entiendo que la gente lo ha pasado o lo está pasando mal, y esa alegría ha desaparecido en algún modo y con ella las ganas de ir al teatro, al cine o a eventos culturales.
Cierto es que se percibe un despertar, que las cosas parecen volver a su sitio poco a poco, aunque me temo que nunca regresaremos a aquel punto del que partimos hace ya muchos años.
Por otro lado, y viendo cómo está el patio, entiendo que para una entidad pública (llámese ayuntamiento, por ejemplo) sea más importante atender las necesidades de las personas que viven en situaciones precarias que subvencionar un cortometraje, o una obra de teatro. Las necesidades de la población marcan, en este caso, las obligaciones municipales. Es más importante que nadie pase hambre, que rodar un cortometraje, evidentemente.
No soy un activista de la cultura, ni entiendo que los organismos públicos deben pagar todos nuestros proyectos. La mayor parte de mis cortos me los he financiado yo, a veces con alguna ayuda simbólica de ayuntamientos o diputaciones, pero siempre he sido yo el que se ha jugado el dinero. Creo que forma parte de mi trabajo, y que no puedo vivir a expensas de ayudas públicas.
Los nuevos tiempos nos han reeducado en muchas cosas. El apoyo institucional se ha quedado en un segundo plano, y tenemos que aceptar que las prioridades ahora son distintas.
2.- Dices que no eres un activista de la cultura, sin embargo, renuncias a una cultura sustentada en subvenciones, y te enfrentas al reto de financiar tus proyectos. Eso te da más libertad a la hora de programar tu actividad ¿Crees que si la cultura no fueses tan clientelar del poder sería más dinámica?
Por supuesto, el dinamismo reside en la libertad para crear. No se crea igual cuando dependes del “visto bueno” de quien te da la pasta. La libertad tiene un precio. El comúnmente conocido como “cine independiente”, sin cánones, sin sistemas, hace lo que les da la gana porque no deben explicaciones a nadie. Y no se trata de transgredir ni de ir en contra de ningún sistema, se trata de libertad creativa. Se juegan su dinero, sólo el suyo, para bien o para mal. Hay un poco de locura en todo esto, por fortuna.
Yo hago publicidad, videoclips, bodas, todo lo que me pidan audiovisualmente hablando. Mantengo a flote mi empresa y, cuando consigo ahorrar algo de dinero, dirijo un corto, o un documental… A veces pido algo de ayuda, otras no. Depende de proyectos.

3.-¿En qué medida las instituciones públicas y privadas deben ser agentes económicos para el fomento de la cultura?
Siempre he pensado que los ayuntamientos, el de Vila-real por ejemplo, deberían tener una partida anual para colaborar con toda la producción audiovisual que se haga en su ciudad. Hablo de colaborar, no de subvencionar. Sería muy sencillo recibir los proyectos y dotarlos con una cantidad simbólica que ayudase a arrancar. Ninguna cantidad en concreto, una parte del presupuesto demostrable, una manera de colaborar y de ayudar a que su ciudad crezca culturalmente.
Respecto a la empresa privada, tan solo hay que hacerles ver que la cultura es un maravilloso medio publicitario. No siempre es dinero lo que necesitamos. Un vehículo para el rodaje, vestuario, maquillaje, una casa donde poder rodar… Hay mil maneras de que se involucren de manera coherente. Un trueque, a veces, puede resultar más beneficioso que una aportación económica.
Mi experiencia con la empresa privada ha sido muy positiva hasta el momento. Con el apoyo de diferentes firmas, ninguna llega a tener tanto poder como para  imponer ningún tipo de criterio. Claro, así es difícil conseguir el 100% de financiación, pero ya te he dicho que soy más de jugármela yo…
En definitiva, tanto la empresa pública como la privada tienen en la cultura un medio de rentabilizar social o publicitariamente su inversión. Creo que deben “estar” en ciertos proyectos, de manera simbólica, pero estar.
Como ejemplo, el Festival Cortometrando premia a los seis equipos de rodaje con 900 euros por equipo. Evidentemente con ese dinero no se rueda un corto, pero les da ese primer empujón. Luego les ayuda publicitariamente y les permite estrenar sus cortos en una Gala frente a cientos de personas. Es una pequeña ayuda, pero muy importante para los cortometrajistas. Los cortos finales, con el sello de la Diputación impreso, recorren varios países del mundo y te aseguro que rentabilizan cada uno de los euros que han recibido de ayuda para comenzar a rodar.
4.- Durante unos años estuviste trabajando en el mundo del teatro ¿Qué te llevó a cambiarlo por la producción audiovisual?
Me atrevería a decir que fue un proceso natural, una evolución hacia aquello que siempre me había entusiasmado. Siendo todavía programador del Auditorio de Vila-real, allá por el 2000, hice amistad con el programador del Auditorio de Medina del Campo, y un año me invitó a su Semana de Cine. Eso fue suficiente para darme el empujón que necesitaba. Yo ya había escrito varios relatos cortos y había ganado algún que otro premio menor. Pensé que un relato corto podía ser también el guion para un cortometraje.
Al regresar de Medina, todavía fascinado por todo lo que allí había vivido, y por la gente a la que había conocido, me puse a leer guiones de pelis, de cortos, de todo lo que caía en mis manos. Tiempo después trabajaba para pulir “Éxodo, 23:20”, que a la postre sería mi primer cortometraje. Estrenado en la Semana de Cine de Medina del Campo (en el fondo soy un romántico) y premiado con el Premio del Jurado Joven.
Muchos de mis amigos del teatro me ayudaron en aquellos inicios, al fin y al cabo muchos actores de teatro también hacen cine. No fue fácil, pero fue como si de repente todo tuviera sentido en mi vida y hubiese encontrado un camino escondido entre la maleza.
Se puede decir con la voz bien alta que dirijo cortos por culpa de la Semana de Cine de Medina del Campo y de Eduardo López, su coordinador. De hecho, tengo una promesa con ellos. Si algún día recojo un Goya, cosa poco probable (seamos realistas que la cosa está muy jodida) me pondré debajo del traje la camiseta de la Semana de Cine de Medina del Campo.
5.- Vemos que Medina del Campo y su festival de cortometrajes ha sido muy importante en tu carrera profesional ¿Es este festival el culpable del Festival Cortometrando que se celebra en Castellón desde hace cuatro años?  
No de manera directa. Más bien diría que Cortometrando es el resultado de muchos otros festivales. Me explico. Tras recorrer festivales de toda España me di cuenta de que hay muchos festivales que premian el cortometraje acabado, el resultado final, pero que había muy pocos que premiaban el proyecto, el guion. Lo realmente difícil no es mover un cortometraje por festivales, lo realmente difícil es rodar un cortometraje con presupuestos ridículos la mayor parte de las veces.
Quisimos poner en marcha un festival diferente, un festival donde se ayudase desde la base, desde el origen, que es lo más difícil. Queríamos ayudar a arrancar, pegar ese primer empujón para que la producción audiovisual de nuestra provincia creciese.
Héctor Folgado, diputado de Cultura de la Diputación de Castellón hace cuatro años, también quería hacer algo con los cortometrajistas, un festival… Le propuse Cortometrando, le añadimos el factor turístico al rodarlo en pueblos de interior… Y aquí estamos, cuatro años después con 25 cortos ya rodados en estos años y con una aceptación social en aumento.
Aun así, Eduardo López, coordinador de la Semana de Cine de Medina del Campo, fue jurado en la primera edición de Cortometrando y estuvo acompañándonos y entregando un premio en la primera edición de nuestro festival.
6.- Cortometrando, entonces, es un festival que trata de poner en valor la fuerza del cortometraje uniéndola con la promoción de Castellón, desde una mirada cinematográfica. Te pregunto como cineasta ¿Qué tal casan turismo y cine?
Pues a las mil maravillas siempre y cuando el guion exija o permita localizaciones “turísticas”.
“La venus de las pieles” (2013), de Polanski, por ejemplo, sucede dentro de un teatro, poca promoción turística se puede hacer con ese guion.
Sin embargo, hay millones de personas que acuden anualmente a Nueva Zelanda tan solo para visitar los lugares donde se rodó “El señor de los anillos”. Nueva York, tiene diferentes rutas turísticas siguiendo el recorrido de cientos de películas míticas. Incluso en París puedes seguir los pasos de Robert Landon (Tomk Hans) en el Código Da Vinci.
El cine es una maravillosa herramienta de promoción turística siempre y cuando esté justificado. Cortometrando exige a los directores que sus guiones estén basados en pueblos pequeños del interior de nuestra provincia, y en la selección previa se descartan todos los que no reúnan ese requisito indispensable.
Tenemos lugares realmente bellos, atractivos para los que no los conocen.
Hasta ahora hemos rodado 25 cortometrajes, gran parte de los cuales han recorrido varios festivales de España, incluso del mundo, llevando con ellos los paisajes de nuestro interior.
El propio José Luis Cuerda (Amanece que no es poco, entre otras muchas) bromeaba conmigo hace menos de un año en la Semana de Cine de Medina del Campo, donde coincidimos en una comida. Le hablé de Cortometrando y me dijo que se venía a Morella a rodar su próxima peli, que le encantaba el pueblo… Lo de venir a rodar era una broma, pero lo de que le encantaba el pueblo no lo era.
Otros directores, menos conocidos, también me han preguntado en ocasiones por posibles localizaciones en nuestra provincia. Creo que Cortometrando está abriendo muchos caminos en ese aspecto.
7.- Estamos en la IV Edición de Cortometrando ¿Cómo director del Festival qué tiene de nuevo este año?
Cada año vamos sumando. Recuerdo el primer año cuando nadie sabía ni siquiera qué era Cortometrando. Algunos ayuntamientos no sabían ni que se iba a rodar en su pueblo.
Ahora ya nos conocen. Los ayuntamientos se involucran más porque se han dado cuenta de que Cortometrando es un auténtico regalo para ellos. Un cortometraje rodado en sus calles que guardará para siempre sus imágenes, y que las llevará por diferentes partes del mundo.
Como ejemplo significativo siempre tomo el día de la Gala Final, que es cuando se proyectan públicamente los seis cortos y se entregan los premios. El primer año la hicimos en el Paraninfo de la UJI. Esa misma mañana me llamó Héctor Folgado (Diputado de Cultura por aquel entonces) y me preguntó que íbamos a hacer si no se presentaba nadie, si no venía público… Al llegar a la sala por la mañana, el técnico me preguntó cuánta gente esperábamos. “Lleno”, le dije yo… No voy a reproducir sus palabras, por educación, pero se rió en mi propia cara… Llenamos, hasta la bandera.
Ante el tremendo éxito de público, la segunda edición se hizo en el Teatro Principal, con más capacidad. También lo llenamos, creo recordar que quedaron cinco o seis butacas libres en todo el teatro. La tercera edición repitió en el Principal, pero esta vez nos desbordaron y dejamos fuera a más de 200 personas porque el teatro estaba lleno y ya no cabía nadie más. Exitazo ¡!!! Y este año nos vamos al Auditorio, con capacidad para más de 1.000 personas.
Creo que es un buen referente para valorar el crecimiento del festival. Que 25 localidades hayan quedado reflejadas en algún corto y 25 directores hayan recibido un primer empujón para sacar adelante sus proyectos.
Y nos hemos convertido en un referente a nivel nacional en cuanto a la gestión de un festival, por lo novedoso y por lo peculiar del mismo.
8.- Está claro que Cortometrando se está consolidando como un Festival importante en el mundo del cortometraje y el crecimiento exige mayor planificación ¿Cómo va a afrontar el Festival el futuro?
Pues de la misma manera que hasta el momento. Por fortuna, Diputación está muy comprometida con el proyecto, y hasta ahora se ha ido incrementando el presupuesto cada año, y se ha ido subiendo la dotación de los premios.
La primera edición incluso llegó a costarme dinero, porque no había presupuesto y queríamos sacarlo adelante. Necesitaba demostrarles que era un formato que podía funcionar, y no me importó arriesgar hasta ese punto.
Ahora se trabaja más a gusto. El festival forma parte habitual de los presupuestos y los pagos son fluidos. Eso permite que todo sea más ágil. Piensa que es un festival que implica muchos desplazamientos, muchas horas de lectura de guiones, muchas reuniones, controlar seis rodajes en seis localidades distintas y casi todos a la vez. Es una locura, pero la implicación desde Diputación lo hace todo muy fácil.
Creo que ya nos hemos convertido en un habitual para los cortometrajistas de la provincia, ya esperan que salgan las bases hacia febrero para ir enviando sus trabajos, cada año más y con mayor calidad.
Los ayuntamientos, ahora, incluso piden que vaya el festival a su pueblo. Miro hacia delante con la tranquilidad de que el festival se ha construido con muy buenos cimientos, y que dentro de poco funcionará casi por inercia. Algo impensable cuando arrancamos hace ya casi cinco años.
9.- Para finalizar ¿Qué proyectos cinematográficos tienes  en mente, después de tu exitoso último corto en Festivales: “Ni dos, ni cuatro”?
Ahora toca comenzar a disfrutar un poco de “Ni dos, ni cuatro”. Estrenamos hace un mes y ya tenemos tres selecciones importantísimas (una internacional, en el mejor festival de Bolivia y dos festivales nacionales que pre-seleccionan ambos para los Goya) Algo impensable en tan poco tiempo. Con este arranque todo hace esperar que las selecciones continúen llegando y, con suerte, algún premio que consolide la trayectoria del documental.
Tener un corto en el circuito de festivales, “Ni dos, ni cuatro” en este caso, implica una serie de desplazamientos que te permiten conocer distintos festivales, y aprender de todos ellos. Vamos a estar en Arnedo (La Rioja), donde proyectarán el corto dentro de su festival Octubre Corto. Después se proyecta en el FENAVID de Bolivia, ahí no puedo ir porque me pilla un poco lejos y el vuelo debe ser carísimo. Y a finales de mes, el 28 de octubre (un día después de la Gala de Cortometrando) debo estar en Albacete, donde “Ni dos, ni cuatro” participa en el festival Abycine.
Por otro lado, uno de mis últimos guiones ha sido seleccionado este año en el festival “Navarra: Tierra de Cine”, un festival que funciona un poco como Cortometrando, pero a nivel internacional. Este año se recibieron unos 60 guiones de distintas partes del mundo y seleccionaron 10, entre los cuales está “Ya no quedan domingos”, que será mi próximo corto.
Ya estuve la semana pasada en Viana (Navarra) para hacer un pequeño casting y localizar los exteriores donde vamos a rodar. Tenemos previsto regresar el fin de semana del 4, 5 y 6 de noviembre para completar el rodaje y ponernos en seguida con la edición del corto, porque debe estar entregado antes del 30 de noviembre. El corto se estrenará a mediados de diciembre en el teatro de Tudela. Habrá un jurado que dictaminará un total de cinco premios para los diez cortos finalistas.



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