sábado, 30 de mayo de 2015

La hora del cambio

                                                                                                 Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 29 de Mayo de 2015
El 4 de Abril de 1979, el diario El Alcazar titulaba a toda página: “Madrid peligrosamente escorada hacia la izquierda”. Sin el peligro que vaticinaba el periódico de los fascistas españoles, lo cierto es que las primeras elecciones municipales en 40 años dieron paso a lo que podríamos considerar la segunda parte de la Transición. Cierto que aquellas elecciones  las ganó la UCD en número de votos y concejales, pero la historia nos enseña que esto es irrelevante, si no sirve para gobernar o para sostener un régimen, como pasó en las elecciones municipales de 1931, que siendo ganadas por el partidos monárquicos, se acabó proclamando la República, todo porque en las grandes ciudades la suma de los Partidos republicanos era mayor.
                Los resultados de 1979 dieron pie a la constitución de lo que se denominó “ayuntamientos democráticos”, que supusieron una grandísima transformación de los municipios españoles y fueron preparando el camino para que la izquierda acabara imponiéndose en las generales de 1982 y se produjera el gran cambio que el país experimentó en la década siguiente.
                En las elecciones municipales y autonómicas del domingo pasado ha ocurrido algo parecido. En la lógica del bipartidismo al que se aferran medios de comunicación, el PP ha ganado en concejales y número de votos las elecciones. Algunos siguen hablando de que los conservadores son los más votados. Sin embargo, si miramos los resultados, podemos observar que la izquierda, en su conjunto, tiene una mayoría holgada de votos sobre la derecha. Lo que nos hace pensar, que la ciudadanía confía el cambio, que una gran parte de la sociedad reclama, en la izquierda, a pesar de la tan cacareada fragmentación que dicen que tiene, como si esto fuese un valor negativo y no un plus de democracia.
                Pero contar los votos que tiene cada uno en unas elecciones municipales y autonómicas no deja de ser una mamarrachada, porque al final lo que sirve es el resultado que en cada sitio va a permitir gobernar a unos Partidos o a otros. Esta es la gran miseria que el PP quiere ocultar, que puede perder el gobierno en la mayoría de grandes ayuntamientos y Comunidades Autónomas. La pérdida de poder de la derecha conservadora y corrupta es tal, que ni siquiera el apoyo de la derecha liberal, aglutinada en Ciudadanos, le va a permitir salvar los muebles. Incluso el único gran éxito que puede poner hoy encima de la mesa es el exiguo de la Comunidad de Madrid, en donde va a necesitar el apoyo de Ciudadanos para obtener un diputado más, que permita gobernar a Cristina Cifuentes, algo que no va a ser difícil, porque esta mujer, por sus declaraciones y forma de pensar, está más cerca del Partido de Albert Rivera que del de Mariano Rajoy.
                La debacle de Esperanza Aguirre es de tal calibre, que la gran lideresa del facherío patrio ha perdido todas sus opciones a liderar nada, ya convertida en un ridículo personaje de “La escopeta nacional” (que buena película de Berlanga), después de los tres quebrantos que ha tenido el domingo: el de la alcaldía de Madrid ante la vilipendiada por ella Manuela Carmena; el del triunfo de su enemiga interna Cristina Cifuentes, que la va a imposibilitar para seguir manejando el PP madrileño; y su enfrentamiento con el marianismo que la coloca a los pies de los caballos, para que estos la destrocen políticamente.
                Mención especial habría que hacer de tres mujeres muy distintas, que pueden representar el espíritu plural de cambio que reclama la ciudadanía. Ellas son Manuela Carmena que ha levantado el ánimo de los madrileños y concitado el apoyo desinteresado de muchos colectivos de la ciudad, recordando al gran Tierno Galván; Ada Colau, que pude devolver a Barcelona aquella impronta de ciudad abierta, progresista y participativa que tuvo en los años 70s 7 80s; y Mónica Oltra, que desde una formación de cortos vuelos electorales, ha conseguido ilusionar a muchos miles de valencianos y valencianas, con su frescura y sentido común, elevando el resultado de su formación política a cotas hasta hace poco impensables. También me gustaría destacar a un hombre, Guillermo Fernández Vara, que desde la humildad y la cercanía a la gente ha conseguido destronar a ese histrión viajero a nuestra costa que ha gobernado Extremadura en la última legislatura.
                Sin embargo, no hay nada ganado, ni Madrid, ni en Barcelona, ni en Valencia, ni Extremadura. Todo está por hacer. Los electores ya hemos cumplido  nuestro papel al expresar en las urnas el deseo de cambio, y no un  cambio cualquiera, sin rumbo. No, queremos un cambio hacia la transparencia, la honestidad, la igualdad y la recuperación de estado de bienestar. Hemos manifestado con nuestro voto que ha llegado el momento de tomarse en serio que vamos más allá de la indignación y el enfado, por haber sido estafados en nuestra dignidad como ciudadanos y robados por tanto ladrón que se ha enriquecido a costa del dinero público, es decir, de nuestro dinero, que debería haberse destinado a sanidad, educación, pensiones, dependencia e inversión pública. Que los 40.000 millones de euros que según la Universidad de Las Palmas nos cuesta la corrupción al año, se recuperen y no se vuelva a producir algo así.
                Los ciudadanos hemos cumplido, ahora toca que los Partidos asuman la responsabilidad del cambio que les hemos transferido. No puede quedar ni un ayuntamiento, ni una Comunidad Autónoma en manos del PP, por desacuerdos entre ellos, sean del carácter que sean: estratégicos, electorales o por diferencias programáticas. La izquierda tiene que asumir, incluso si fuese necesario con Ciudadanos, que el cambio va más allá de una reivindicación. Es un estado de ánimo en gran parte de la sociedad, y ello supone bajar a la arena de la negociación e introducir en nuestra cultura democrática el acuerdo, algo muy distinto al consenso que imperó en la Transición, entre partidos que luchaban por la hegemonía. Ahora es necesario pactar y facilitar la gobernabilidad de la izquierda. Lo que no significa renunciar al ideario de cada uno, sino poner en valor la cultura del pacto como instrumento de constitución de gobiernos progresistas en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
                Estas elecciones tienen que ser el principio del cambio. Un cambio que sólo se  producirá en toda su dimensión, cuando en las próximas elecciones generales la izquierda vuelva a tener la llave de la gobernabilidad del país, y se pongan en marcha procesos de recuperación de la democracia, con mayor participación ciudadana y del estado de bienestar, acabando así con la gran brecha de desigualdad que se ha abierto debido a las políticas aplicadas por el gobierno Rajoy/Soraya y todos los barones regionales y municipales del Partido Popular.  Que lo tengan en cuenta, porque si no es así, si no están  a la altura que las circunstancias del momento histórico que vivimos les exigen, la ciudadanía  no se lo perdonará, y habremos perdido una oportunidad de oro para iniciar una nueva etapa democrática en España, al hilo del cambio generacional que ya se está produciendo en el país.

sábado, 23 de mayo de 2015

El no voto para el PP

                                                                                            Foto: Autor desconocido
Rajoy dice que todos están contra el PP, en esta campaña electoral, y que él único interés que les mueve es que pierdan las elecciones. Pobrecitos, qué solos están. No anda muy desencaminado, el ilustre presidente del Gobierno que se gasto 15.000 € en  un viaje en avión para llegar al mitin de su Partido en Valencia. No sé a ustedes qué les habrá parecido, pero a mí lo primero que me ha venido a la cabeza es ¿cuántos comedores escolares se puede sostener con 15.000 € este verano?
Volviendo a lo íbamos. A pesar de que los agoreros del sistema lo nieguen, quizá porque les interesa mostrar un panorama estéril políticamente hablando, para que así creamos que no hace falta cambiar, pues todos son iguales, yo creo que en esta campaña ha habido mensajes muy nítidos de cambio y propuestas muy claras en la mayoría de los Partidos de la oposición; no así en el PP, quizá porque ya sabemos lo que hay y que ha ocultado su programa hasta el tiempo de descuento. Si no que se lo pregunten a las ínclitas Esperanza Aguirre y María Dolores de Cóspedal. Luego en esta afirmación el presiente mariano yerra, una vez más, o miente otra vez más. En lo que sí está acertado es en que cualquier Partido decente, cualquier ciudadano decente, lo primero que tiene que esperar de estas elecciones es el comienzo del desalojo del poder de sus señorías ppopulares, para que no vuelvan a mentirnos, estafarnos, engañarnos, y dejen de pasear esa soberanía tridentina y mal oliente, que es casi como un bofetón en la dignidad de cualquier persona. Qué se vayan porque huelen demasiado a Falange, con sus mandos, jefes y disciplina piramidal; porque han anegado el país de corrupción y desigualdad, haciendo que el olor de las cloacas del mal gobierno inunde nuestra vida. Todos están/estamos contra ellos, porque el país, su gente, les importa una mierda (con perdón), salvo para anestesiarnos y sigamos dejarles hacer (laissez faire).
                Resulta curiosos, pero esclarecedor que Rajoy ya se postule como candidato a las próximas elecciones generales: “Les irá bien” les ha dicho a los periodistas en un desayuno organizado por Europa Press. No sé a quién iban dirigidas esas palabras, pero desde luego no a los padres que no tienen para dar de comer a sus hijos, a los millones de parados (aunque él se empeñe en invisivilizar el desempleo: “En España ya nadie habla de paro”, dice y se queda tan oreado), a los que sufren los recortes que su gobierno ha impuesto con destreza en la sanidad, la educación pública, la dependencia, los salarios, los derechos de los trabajares,  y en conjunto en el estado de bienestar, que a los que son de su casta tan poco les gusta; a esos no se refiere cuando dice les irá bien.
                El Partido Popular se ha demostrado como letal para España y los españoles, por eso todos quieren/queremos que se tomen unas largas vacaciones, como propuso el otro día Rosa María Sardá. Ese debe ser el primer objetivo de la oposición después de la elecciones, crear, aunque sea tácitamente, un Frente Democrático que los desaloje del poder de los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, porque ese va a ser el mandato de una gran parte de la población. Este país necesita urgentemente una regeneración democrática que acabe con la corrupción y el despotismo gubernamental, y se centre en que la democracia o tiene como fin la distribución de la riqueza y la igualdad, o es un sistema fallido, pasto de oportunistas y dictadores.

                En jornada de reflexión la Ley impide pedir el voto para los Partidos, pero no imposibilita pedir el no voto para alguno. Por eso, y por higiene democrática y salud pública, tenemos que ir a votar mañana, y no hacerlo por el Partido Popular. 

viernes, 22 de mayo de 2015

La hora del cambio

                                                                                                 Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 22 de Mayo de 2015
La opinión sobre la imperfección de la democracia en España es cada vez más generalizada. Desde muchos ámbitos se viene reclamando que se deben introducir ajustes que la hagan más participativa y controlable por la ciudadanía, para evitar que se convierta en un sistema alejado de la sociedad, que acaba fagocitando el bienestar de la mayoría en beneficio de una minoría oligarca que legisla y gobierna para alimentarse a sí misma.
                La percepción de que vivimos en un sistema democrático que sólo tienen en cuenta a la población cada cuatro años, cuando se convocan elecciones, es creciente desde hace años, pero ha sido durante el tiempo de crisis, que ha sacado a la luz la falta de ética del establishment económico y político, con una corrupción generalizada y unos privilegios desmedidos para el común de los mortales, el momento en que los ciudadanos nos hemos sentido más alejados de los políticos, cuestionando un sistema de muy baja calidad democrática.
                A pesar de vivir en una sociedad controlada por el economía y sus gurús, esos que no vieron o no quisieron ver la explosión de la burbuja financiera e inmobiliaria, no es baladí que adquiramos conciencia de que la mayoría de los problemas que tenemos en la actualidad, tienen que ver con el bajo desarrollo de la democracia y una manera determinada de hacer política.
                No debemos dejarnos engañar. La política es el centro del funcionamiento de una sociedad, porque todas y cada una de las decisiones que se toman afectan a  nuestras vidas. Desde el diseño de los Presupuestos Generales del Estado, que pueden orientarse hacia un mayor bienestar, o hacia una mayor desigualdad; hasta la política cultural que se puede convertir en elitista o trasversal a toda la sociedad. Pero la política no es una ciencia exacta donde dos y dos son cuatro, como muchas veces nos quieren hacer ver. No. Toda acción política, cualquier decisión de gobierno, el más mínimo detalle de un ayuntamiento, esta sostenido y fundamentado por la ideología. Esa que nos quieren convencer que ya no tiene sentido, tal como escribió el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, gran gurú del pensamiento neoliberal, que sostuvo en su libro “El fin de la Historia y el último hombre” (Editorial Planeta 1992) que la lucha entre ideologías había concluido, para dar paso a un mundo basado en la política y economía de libre mercado. Este pensamiento, que somete todo a la ideología liberal, en un acto de oportunismo histórico, que reduce la lucha de clases a un enfrentamiento entre comunismo y capitalismo, como si los siglos de historia anteriores no existieran, es el que se ha impuesto en las clases dirigentes, abocándonos, por mera ideología, a la situación actual.
                El domingo se celebra la primera vuelta de unas elecciones que pueden cambiar el panorama político en España. Es el  momento de utilizar ese privilegio que tenemos los ciudadanos en una democracia para variar el rumbo de la política en el país. Ser conscientes de que todo lo que está pasando: desigualdad, brecha social, recortes, destrucción de la enseñanza pública, privatizaciones de servicios básicos, pobreza infantil y adulta, desempleo, desregulación de las condiciones laborales, precariedad laboral, disminución del poder adquisitivo de los trabajadores, privatización galopante de la sanidad pública, regresión en las políticas de igualdad de género, eliminación de los derechos de dependientes, progresivo deterioro del medio ambiente, puertas giratorias, corrupción, connivencia de los gobiernos con las grandes empresas, tasas judiciales, ley mordaza, racismo emergente, taifización del estado autonómico, reconfesionalización de la sociedad y vuelta del catolicismo a las escuelas, privilegios del poder ante la justicia, desahucios, rescate a la banca y grandes corporaciones empresariales, etc., etc., etc., tiene que ver con un  modelo ideológico que en España está representado por el Partido Popular, en su versión postfranquista y conservadora, y según vamos descubriendo, en Ciudadanos, con una versión más moderna del liberalismo, aparentemente desligada del tardofranquismo que tanto mal ha hecho a la derecha en España y por extensión al conjunto del país, pero que no deja de ser pensamiento liberal para solucionar los problemas del país. Es decir, en muchas cosas, más de lo mismo, sobre todo en aquello que tenga que ver con la economía y un modelo de gestión que va a favorecer a los mercados, en contra de la regulación económica, que como se ha visto es necesaria en muchos sectores.
                Ahora es el momento de la verdad. De una verdad esperada que ha estado anclada en la rabia y el desconcierto al ver como el estado de bienestar desaparecía ante nuestros ojos, por mucho que las protestas ciudadanos fuesen crecientes. Es el momento de actuar democráticamente para desalojar del poder de dos importantes instituciones de gobierno a quienes nos ha engañado y llevado a esta situación: de los Ayuntamientos, que son los que más cerca están del ciudadano y por tanto de su gestión y sus decisiones políticas depende el bienestar de los vecinos del municipio de una forma muy directa; y de las Comunidades Autónomas, que en España, por este sistema cuasi federal, son depositarias del poder que tiene que desarrollar el estado de bienestar. No es poco lo que se elige, y debemos hacerlo con la razón en una mano y el recuerdo de lo que está pasando en la otra. En política, el corazón sólo da pie a garrafales errores, cuando no actitudes indeseables de falta de civismo.
                Por todo ello. Por el engaño de los últimos años y el engaño presente, el domingo tenemos que apostar por aquellas fuerzas políticas, viejas o nuevas, que sean capaces de dar un vuelco a la situación que nos asegure la vuelta al estado de bienestar, a la igualdad de oportunidades y la distribución más justa de la riqueza. Pero también, que encaren el futuro con una reforma en profundidad del sistema democrático español, abriéndolo a la participación de los ciudadanos, dotándolo de transparencia y de seguridad, no sólo ante la delincuencia y ante el terrorismo, también ante los sinvergüenzas que intentan hacer de la política un medio para enriquecerse.
                No creo que la derecha sea capaz de afrontar los cambios que necesita el país para equilibrar su desarrollo, acabando con la brecha que ahora lo divide. Ni la derecha vetusta ni la moderna. Los cambios han de ser en profundidad y sólo desde la izquierda, pueden llevarse a cabo, con voluntad de pacto y consenso entre ella.

Que según la EPA este año hayan aumentado en 40.000 las familias que no tienen ningún ingreso, o que desde que empezó la crisis los asalariados hayan perdido más de 30.000 millones euros de renta, frente a las rentas del capital que han ganado más de 62.000 millones, nos tiene que hacer reflexionar sobre la magnitud del problema y quiénes son los responsables de él.

viernes, 15 de mayo de 2015

Arte y sostenibilidad en el MACVAC

                                                     Autor: Joan Callergues
Publicado en Levante de Castellón el 15 de Mayo de 2015
El 18 de Mayo se celebra el Día Internacional de los Museos, un evento cultural que tiene como objetivo acercar estos a la ciudadanía transcendiendo el cometido de contenedores de arte que tienen, para convertir esos espacios que albergan el lado más refinado de la humanidad en lugares para el desarrollo social y cultural. Los humanos tenemos habilidades extraordinarias que nos diferencian del resto de los animales: el raciocinio, el lenguaje, el arte… Todas ellas nacen de nuestra capacidad para la abstracción que nos permite elaborar imágenes y discursos conceptuales, es decir, nuestra singularidad racional hace que podamos abstraer del todo el concepto de las cosas y elaborar pensamientos complejos, que están en el centro de la evolución de la humanidad desde que esta existe, cada vez más diferenciada del resto de los animales.
                Si en un principio nuestro comportamiento no difería mucho de las especies que nos rodeaban: cazar, proteger la manada, dormir y procrear, la aparición de habilidades   racionales, como la elaboración de utensilios, ropa y primitivas formas de organización social, fueron marcando una distancia que con el tiempo se convirtió en abismo. Pero es en la aparición del arte cuando los humanos empiezan a dominar los sentimientos, a tamizarlos por el filtro de la razón y expresar de forma conceptual la vida y los pensamientos. Las primigenias manifestaciones literarias, cuando todavía no existía la escritura y toda la tribu se reunía en torno a un fuego para escuchar las historias que contaban los mayores, tienen el efecto de ir elaborando construcciones conceptuales y metafísicas en la mente de aquellos hombres y mujeres que habitaban la prehistoria, que llegarán a su momento cumbre cuando aparece la escritura, como el arte de expresar mediante signos esos pensamientos.
                Pero varios milenios antes de ese momento cumbre en el que las primeras manifestaciones escritas aparecen, el arte plástico: pintura y escultura, es ya una forma de representación de la realidad y la metafísica en diferentes grupos humanos que se extienden  por todo el globo terráqueo. El arte rupestre nos ha dejado una huella impagable de cómo interpretaban, veían y sentían la vida  nuestros antepasados prehistóricos, formulando conceptos abstractos y mágicos que expresaban sus miedos, sus necesidades y sus pasiones.  Nunca como en aquellos años el arte ha estado tan ligado a los sentimientos y las creencias de los humanos. Nunca, hasta el siglo XX, que vuelve a convertirse en un modo de expresión que sintoniza con los problemas de la gente  y propone alternativas conceptuales a la realidad que circunda a la sociedad.
                En el siglo XX y XXI, el arte supera el corsé de ser un instrumento al servicio del poder, controlado y manejado por este como arma de propaganda. Durante siglos el poder religioso, el político y el económico han utilizado el arte y la cultura para su mayor gloria decidiendo cómo debían ser y quién era apto para convertirse en artista de reconocimiento, que es en definitiva una de las esencias del arte. Si la obra de un creador no transciende de las paredes de su estudio y se convierte en un vehículo de expresión de ideas y sentimientos, no tiene razón de ser. No es que el arte se haya liberado en este último siglo de ese yugo de control del poder, pero la democratización de la sociedad ha permitido que el artista no sea perseguido por su obra cuando esta no gusta al poder, o transgrede las normas que ellos tratan de imponer. La democracia ha liberado nuevas formas de creatividad y puesto en valor temáticas impensables en los últimos siglos.
                 Los museos han pasado de ser exclusivamente contenedores de arte, en muchos casos sin un criterio definido, muy del gusto del poder establecido, a convertirse en espacios de dinamización cultural, que ponen en valor la obra que albergan e interactúan con la sociedad, convirtiéndose en centros de intercambio cultural, cooperación y desarrollo social, además de lugares de encuentro de vanguardias y  movimientos artísticos. Este espíritu es el que recogió el Consejo Internacional de los Museos (ICOM) cuando en 1977 decidió declarar el 18 de Mayo como Día Internacional de los Museos.
                La urgencia de frenar la destrucción del planeta y proponer alternativas para la erradicación de la pobreza desde el respeto al medio ambiente, mediante un crecimiento sostenible, están en el fundamento de la convocatoria de este año 2015 del Día Internacional de los Museos, que bajo el lema “Por una sociedad sostenible”, trata de hacer una reflexión sobre el papel del arte en la construcción de referentes conceptuales en la sociedad que conduzcan a la consecución del objetivo de sostenibilidad y justicia social, al introducir elementos de desarrollo que colisionan con el modelo de crecimiento y desigualdad que desde el poder se impone, como único posible.
El Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés (MACVAC), un año más, vuelve a celebrar el Día Internacional de los Museos, apuntándose con decisión a la propuesta de la convocatoria, mediante una exposición muy acertada, comisariada por Patricia Mir, que bajo el nombre “Conciencias Sostenibles. Materiales pobres y denuncia social en el MACVAC”, propone, con obras del fondo artístico del Museo, adentrarnos en  el papel del arte como instrumento de denuncia de la deriva de destrucción ambiental y social que está acabando con el planeta y las sociedades que lo habitan. La utilización de materiales en desuso, que se simboliza en el arte matérico o en su expresión más radical, el arte povera; y la propuesta del arte como instrumento de sociabilidad que incita al reciclaje y la preservación de la naturaleza, proponiendo nuevas fórmulas de relaciones sociales y económicas, son los criterios de esta magnífica exposición que se inaugura el día 16 de Mayo y estará abierta hasta el 14 de Junio.

Cuando el arte irrumpió en el imaginario de nuestros antepasados prehistóricos, dando lugar a manifestaciones tan hermosas como las Cuevas de Altamira o el Barranco de la Valltorta, significó la introducción de una simbología que ayudo aquellos hombres y mujeres a comprender mejor el mundo que los rodeaba. Hoy, miles de años después no han cambiado tanto las cosas. El arte sigue ofreciéndonos interpretaciones de la realidad que nos ayudan a entender lo que está sucediendo y a conceptualizar fórmulas de cambio. Esa es la gran diferencia que nos distingue del resto de los animales, siendo el arte una de las más bellas manifestaciones de esa distinción. 

sábado, 9 de mayo de 2015

Españoles exiliados por el mundo

                                                                                                 Foto: autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 8 de Mayo de 2015
Sergio Urrutia lleva varios meses en Alemania. La falta de trabajo en España y la campaña de propaganda efectuada por el gobierno y sus medios de comunicación afines, le animaron a irse a ese país tan frío y distinto al suyo. Pero no es oro todo lo que reluce y Sergio enseguida se dio cuenta de que había sido víctima de un gran engaño que sólo tenía por objeto aliviar las cifras de paro juvenil, para que el gobierno pudiera pregonar que su Reforma Laboral está funcionando y el desempleo se reduce. Movilidad exterior, ha calificado la ministra de Trabajo el exilio de miles de jóvenes a tierras en las que puedan encontrar una oportunidad que su país les niega. Y en la mejor retórica franquista, sostiene que los jóvenes que se marchan al extranjero son un modelo de tesón en busca de un futuro que hay que apoyar, hasta que algún día, sus reformas sin descanso, las mismas que les han mandado al exilio, posibiliten su vuelta a España. Una España que será entonces un paraíso de trabajadores empobrecidos, gracias a las buenas prácticas del gobierno que preside Mariano Rajoy (esto no lo dice ella).
                El problema es que Sergio no es ingeniero, ni tiene una carrera de postín. Ni siquiera tiene carrera universitaria. Su situación de desempleo y los planes de formación para desempleados que, en muchos casos, sólo pretenden mano de obra casi a coste cero, con el cuento de las prácticas, le forzaron a hacer la maleta y marcharse a Alemania a buscar trabajo. No tenía por qué irle mal. Otros lo habían hecho y vivían felices en países lejanos, como todas las semanas le mostraba la televisión en el programa “Españoles por el Mundo”. Así que cogió un autobús y se presentó en unas horas en Munich con su maleta, una mano delante y otra detrás, y el futuro por venir. Ahora gracias a la movilidad exterior de la ministra tiene tres empleos mal remunerados, que le obligan a trabajar muchas horas al día, para tener un sueldo que le permita vivir. Pero no piensa volver a España. Se ha puesto a estudiar intensamente alemán, y aquí se quedará, porque el futuro en su país es todavía peor que allí.
                Parece como si la historia tuviera empeño en repetirse cada vez que la olvidamos. A finales de los años sesenta, el “milagro económico español” hizo emigrar a más de dos millones de trabajadores, preferiblemente a Centroeuropa, impulsados por la política llevada a cabo por el franquismo de quitarse de en medio a los miles de trabajadores que podían ensuciar su propaganda de crecimiento económico, que estaba cambiando la realidad del país. De alguna manera, tenían que solucionar el problema de la falta de puestos de trabajo que la industrialización no fue capaz de absorber, en parte por unas leyes laborales que perseguían como fin no declarado, enriquecer a los empresarios afines al régimen, a costa de la explotación de millones de trabajadores. Esa fue una realidad que todavía hoy, en la España democrática del postfranquismo, los españoles seguimos sufriendo, con una izquierda a la que le cuesta superar ciertos tics de aquella época, y una derecha que respira por sus cuatro costados el espíritu del liberalismo opusdeisiano. Con unas tasas de paro estructural elevadísimas, si las comparamos con los países de nuestro ámbito político (según el Servicio de Estudios del BBVA el paro estructural en España es del 18%, tres veces superior al de Alemania). Es decir, en los treinta y cinco años de democracia los gobernantes no han sido capaces de igualar el desempleo de España con los de la EU, y esto tiene que ver con un mercado y unas leyes laborales fuertemente estigmatizadas por el franquismo. Lo que nos lleva en épocas de crisis a unas cotas de paro insostenibles y generadoras de una brecha social insoportable para una sociedad moderna.
                Sergio se pregunta por qué en España, un país rico, o eso nos dicen, no hay más trabajo que pueda absorber la demanda. Muchos nos lo preguntamos, y las diferentes respuestas que podemos encontrar no son nada halagüeñas para la clase trabajadora. En un país donde la competitividad se centra en la reducción de costes salariales, y una clase empresarial más preocupada en la obtención de beneficios rápidos y en grandes cantidades, más que en la inversión y el conocimiento; con un Estado parco en inversión pública y menguado en el número de funcionarios por habitante (en España hay un empleado público por cada 36 habitantes, mientras que en Francia la relación es de 1 por cada 27 habitantes y en Alemania 1 por cada 29 habitantes); una burocracia tan excesiva para poner en marcha empresas, que en muchos casos tira para atrás a los emprendedores; una leyes laborales, que han tenido su guinda en la Reforma Laboral del gobierno de Rajoy, que han estado más pendientes de cómo flexibilizar el empleo y reducir los costes de los despidos, que en buscar fórmulas de adecuar las necesidades de los trabajadores a las necesidades de las empresas, sin pasar por la precarización del mercado laboral; y una corrupción estructural que ha esquilmado en comisiones, pago de favores, financiación de Partidos y sobresueldos a determinada clase política las arcas de la hacienda pública, es difícil generar empleo digno y de calidad.
                Ahora estamos en un periodo electoral que va a durar varios meses. Se está hablando mucho de desempleo, pero tengo la sensación que se está haciendo una vez más como reclamo electoral,  obviando la búsqueda de soluciones permanentes que acaben con el drama del mundo del trabajo en España. Por supuesto, a la derecha, rendida a los intereses empresariales y del IBEX 35, le parece que la situación está bien como está; no podemos esperar que propongan nada que cambie la situación. Pero es en la izquierda donde se echan en falta propuestas valientes que den una vuelta a la nefasta situación que vivimos en España desde hace años (los años de festín económico fueron eso, una fiesta en la que no nos quisimos dar cuenta como se precarizaba el empleo conforme la burbuja de la economía española se inflaba). Qué papel pueden jugar los ayuntamientos en la creación de empresas y puestos de trabajo. Tras derogar la Reforma Laboral, qué nuevas leyes se proponen para cambiar de arriba abajo las relaciones laborales en España. Qué medidas se van a tomar para el fomento de empresas y la puesta en valor de los nuevos yacimientos de empleo. Qué papel tiene que jugar los agentes sociales en un nueva situación laboral que impulse el crecimiento sostenible, el empleo, la obtención de beneficios y la inversión, sobre todo en I+D+i.

                En definitiva, es necesario saber qué medidas se van a proponer a la ciudadanía para que Sergio pueda volver a España, porque las condiciones laborales y económicas hayan cambiado tanto que ya no le merezca la pena seguir trabajando en Alemania. Acabar con el paro estructural y el exilio económico (el exilio, en sus diferentes modalidades, parece ser un estigma de los españoles a lo largo de su historia) es un reto que debe afrontarse con urgencia, y ahora la política tiene una oportunidad de demostrar que puede tomar las riendas de la solución.

lunes, 4 de mayo de 2015

Siroco

             
                                                       Imagen: Tony Tirado
Cuando uno termina de leer la novela “Siroco”, de Javier García Martínez (Loisele Ediciones 2015), tiene un primer impulso que no puede reprimir: ir a la portada y mirar el nombre del autor para cerciorarse de que es el que creía haber leído, y no ha sufrido un lapsus de memoria. Incluso después, duda acerca de la autenticidad del mismo, no fuera a ser que estuviera ante un seudónimo detrás del que se esconde un relevante escritor o escritora. No nos ha de extrañar esto si estamos bajo el síndrome de Robert Galbraith, nombre ficticio de la autora de la espléndida novela “El canto del cuco”, bajo el que se encontraba J.K. Rowling, la ya universal autora de la saga Harry Potter. Afortunadamente, esa duda sólo dura unos segundos, sobre todo cuando se conoce personalmente al autor, como es mi caso.
                Javier García es un escritor nobel que ha entrado en el género de la novela por una puerta muy grande, al que hay que agradecer que haya asumido el riesgo de saltar de la poesía y el relato a la novela con tanta pericia y buen hacer. Porque “Siroco” es una obra que no defrauda al lector, bien escrita y perfectamente estructurada, que no provoca vacilación alguna a la hora de calificarla como una espléndida novela negra. Está muy bien construida poniendo al servicio de la resolución final todos los acontecimientos que se van sucediendo a lo largo de la narración, que no son pocos. A ello además hay que añadirle un artificio magistral, que es ese primer capítulo que te deja pegado al sillón, y que actúa como clave de bóveda que soporta el resto de capítulos que se suceden hasta el final. Nunca se podrá decir con tanta claridad que esta novela si no fuera por el primer capítulo sería otra muy distinta.
                Puede parecer que estamos ante una novela coral, pero nada más lejos de ello. Jorge Alarma, el personaje principal, soporta sobre sus espaldas el peso de toda la narración, convirtiendo al resto de personajes, con historias alguno de ellos muy conmovedoras, en figurantes al servicio de las cuitas del detective Alarma. Incluso en el caso de Anthony, un nigeriano que va a tener un papel relevante en los acontecimientos de la novela, su potente historia no deja de ser un drama tangencial que impacta y rebota sobre el de Jorge Alarma. El resto de los personajes, siendo esenciales para el desarrollo de la narración, tienen un papel secundario, unos más, otros menos, pero muy bien trazados e insertados en el engranaje de unos acontecimientos que ya, desde el primer capítulo, no bajan la intensidad argumental.
                Ha estado el autor acertado al elegir Valencia, más bien el entorno periurbano de la ciudad, de polígonos industriales y de huerta, como escenario de una trama que lleva a Jorge Alarma por el filo de la navaja a lo largo del texto, entre escenarios sórdidos en los que se tejen grandes fortunas con las manos manchadas de corrupción y se pelea por el poder sin miramientos por la vida ajena. Lugares por los que el detective privado Alarma, ex inspector de policía, se mueve con la facilidad que le da el oficio de muchos años haciendo seguimientos y enfrentándose con lo más bajo de la condición humana. Es un detective de perfil clásico, que nos recuerda en algunos matices y comportamientos a los grandes como Pepe Calvalho o Philip Marlow, detectives que están de vuelta de muchas cosas, pero que se enfrentan a su oficio con profesionalidad, asumiendo que el riesgo va incluido en el cheque de su cliente.

                No soy partidario de contar el argumento de las novelas y no lo voy a hacer en este caso. Sólo me queda decir que podemos estar ante el nacimiento de un magnífico escritor de novela negra, y ante un nuevo detective que nos haga vivir tardes de flirteo con el crimen.  

sábado, 2 de mayo de 2015

1º de Mayo

                                                                                               Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 1 de Mayo de 2015
El 1 de Mayo es una fecha que nunca ha gustado a la derecha, y mucho menos a la oligarquía que mueve los hilos del país. De hecho durante las cuatro décadas de franquismo, el Régimen no lo denominaba Fiesta de los Trabajadores sino fiesta de San José obrero, acatando la doctrina de la Iglesia, que con Pío XII en el Vaticano declaró en 1955 el 1 de Mayo día de San José Artesano, por aquello sacralizar el trabajo como una bendición divina, que eliminara todo vestigio de celebración obrerista a la fecha. A Franco, más allá de los delirios del Papa que en 1949 autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe excomulgar a cualquier católico que apoyara o militara en un Partido Comunista, tampoco le gustaban los trabajadores, veía en ellos la picadura del tábano del marxismo y por ese trató durante toda la dictadura tenerlos a buen recaudo bajo las alas amenazantes de los sindicatos verticales. Y aprovechó el día de San José Obrero para ridiculizarlos en aquellas demostraciones sindicales del 1 de Mayo en el estadio Santiago Bernabeu, donde miles de trabajadores en calzoncillos y camiseta de tirantes hacían cabriolas y danzas gimnásticas para mayor gloria del dictador.
Pero como no podía obviar que un mundo de trabajadores se encontraba bajo sus pies, se inventó la Fiesta de Exaltación del Trabajo en una fecha muy simbólica, que conmemoraba la derrota de los trabajadores y sus organizaciones sindicales y políticas,  el 18 de Julio, día que el fascismo se alzó en un golpe de Estado contra el orden constitucional y legítimo de la República. Una fiesta, que tras misa bajo palio, entregaba premios a las empresas modelo y a los trabajadores ejemplares. En una España en la que el conflicto en el mundo laboral había dejado de existir gracias a las bondades de un régimen que velaba por la felicidad de sus trabajadores y el enriquecimiento de sus empresarios, el marxismo y sus discursos obreritas había sido arrojados al abismo de la Historia, o a la cuneta de los caminos.
Hoy, el Primero de Mayo ya no es un acto de encomio a un dictador o santificado por un Papa. Afortunadamente, el regreso de la democracia a España trajo cierta normalidad política y los trabajadores pueden celebrar su día sin represiones policiales ni demostraciones gimnásticas. Pero también hoy, la clase obrera vuelve a estar en una situación de absoluta alarma por las políticas laborales y sociales que en los últimos años se han aplicado en España. El paro y la precariedad laboral no sólo están sumiendo en la pobreza a millones de personas, están creando una nueva clase de esclavos laborales sin derechos y salarios de explotación, al albur de los intereses empresariales, que casi nos retrotrae a los años en que el 1º de mayo era un reivindicación por la justicia social y los derechos de los trabajadores. Aquello años a caballo entre el siglo XIX y XX, cuando los obreros luchaban por unas nuevas relaciones laborales que mejoraran su vida, sacándolos del pozo de la miseria y la explotación.
Volvemos a tener que luchar por la jornada de ocho horas que en 1886 costó la vida a cinco trabajadores tras la Revuelta de Haymarket en Chicago, que la presa de la época señaló como de hordas de brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, dando lugar a la proclamación del 1 de Mayo como fiesta de los trabajadores, fecha en que se iniciaron las revueltas. O la Huelga de La Canadiense en Barcelona, que acabó en una huelga general en la ciudad que paralizó la actividad industrial, haciendo que España fuese el primer país europeo que aprobaba la jornada laboral de ocho horas.
Muchos de ustedes pensarán que hoy ya tenemos esta jornada laboral. Cierto, así lo recoge el artículo 34 del Estatuto de los Trabajadores: “La duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo es de 40 horas semanales de trabajo efectivo de promedio al año”.  Pero en un país donde la Ley va siempre por detrás del rufianismo, no cuesta mucho buscar algún subterfugio para saltársela. Nada más fácil que la institucionalización de las prolongaciones de jornada, donde se trabaja gratis muchas más horas que las marcadas en los contratos, ahorrándose el empresario salarios y puestos de trabajo. Además, si el goberno de turno, con la ministra Fátima Báñez, como martillo de los trabajadores, aprueba una Ley de Reforma Laboral que permite reducir los trámites empresariales para modificar los contratos. ¿Dónde quedan las jornadas de ocho horas? Muy fácil en los que las tienen de cuatro.
El paro, los bajos salarios, la eliminación de derechos laborales, la lapidación de los Sindicatos, la Reforma Laboral, todo obedece a un mismo objetivo: convertir a la clase trabajadora en nuevos esclavos de la oligarquía del país, retrotrayéndonos casi a la sociedad   que retrata la novela “Germinal” de Émile Zola. Nuevos peones de brega de sus intereses, para que sigan enriqueciéndose y distanciándose en un brecha social insalvable para la mayoría de la población. Ese es el mundo neocapitalista que quieren imponernos, y por el que están dispuestos a luchar sin concesiones. No olvidemos nunca que el salario es uno de los mayores factores de distribución de la riqueza que existen. Y no hay salario digno sin derechos laborales justos.
Por eso, el Primero de Mayo es más necesario que  nunca. No tanto porque haya una gran movilización ciudadana (vivimos tan anestesiados que no somos conscientes de la realidad que nos circunda), sino porque debe ser el reinicio de  nuestra condición de trabadores y ciudadanos con derechos, por encima del papel que nos han asignado de consumidores, deseosos de tener más. Tiene que ser el principio de una lucha democrática que va a durar tiempo, en la que hay que volver a coser el tejido sindical roto por un intensa propaganda de desprestigio, que al final nos hemos creído y, por qué no decirlo, por méritos propios de un sindicalismo que debe reflexionar sobre algunas de sus actuaciones en los últimos años.

No caigamos en el discurso machacón del poder del individualismo como medio de solucionar nuestros problemas. Los derechos individuales son necesarios y saludables en una democracia, pero si no están en sintonía con los derechos colectivos, estamos muertos como ciudadanos. Y los Sindicatos, que fueron pieza clave para el bienestar de los trabajadores durante muchas décadas (esto lo sabe muy bien la oligarquía, por eso está intentando destruirlos),lo tiene que ser en la recuperación de nuestros derechos laborales y dignidad ciudadana. Lo demás es el suicidio; tirarnos de cabeza al abismo de la desigualdad.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...